Melilla

Una crisis estructural
exacerbada tras el cierre de la
frontera

Una crisis
estructural
exacerbada
tras el cierre de
la frontera

¿Acogemos personas o enfermamos personas? ¿Puede España dar a las personas migrantes una acogida tan nefasta que las haga enfermar? Frontera S es el resultado de una investigación que refleja las múltiples formas en las que se vulnera el derecho a la salud en la Frontera Sur, donde Melilla es una vieja conocida. No es una crisis migratoria, es una crisis de acogida permanente y Melilla cristaliza todas las vulneraciones de derechos que caben en la Frontera Sur de Europa.

La investigación de Médicos del Mundo en Melilla corrobora que la acogida dada a las personas migrantes, especialmente en los últimos meses, ha afectado gravemente a su salud: el constante hacinamiento, las malas condiciones sociosanitarias de los recursos habilitados durante el estado de alarma así como el CETI, y la insuficiente atención médica y psicológica deja a las personas malheridas, física y psicológicamente.

La precariedad de unos recursos a los que llaman acogida

Más de 2000 personas migrantes han permanecido bloqueadas en Melilla en los últimos meses en unas precarias condiciones sociosanitarias con el consiguiente riesgo para su salud.
El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, con una capacidad oficial de 782 personas pero en un constante estado de sobreocupación, llegó a albergar a 1700 personas -el 217% de su capacidad- en la declaración del estado de alarma, que como tal fueron confinadas. Además, el cierre de fronteras provocó que quedaran atrapadas en Melilla, sin solución habitacional, unas 500 personas migrantes. Ante la necesidad de proceder al confinamiento de estas personas, se habilitaron carpas instaladas en la finca del V Pino -en uso hasta el 1 de junio de 2020- y la Plaza de Toros de Melilla -que ha dejado de funcionar como centro de emergencia a principios de mayo de 2021-. En todos estos recursos las condiciones de acogida afectaron gravemente a la salud de las personas.
El grado de indignidad que se llegó alcanzar en V Pino superó todos los límites de lo humanamente tolerable y generó un riesgo altísimo de salud pública: tres baños y una ducha para más de 200 personas que no eran debidamente limpiadas ni desinfectadas y un sistema de aguas fecales inadecuado, que se filtraban en las carpas donde dormían las personas migrantes. La higiene, el alimento y el descanso, así como la distancia de seguridad en plena pandemia en estas circunstancias en Melilla ha supuesto una grave vulneración del derecho a la salud de estas personas, poniendo en riesgo sus vidas.

El testimonio de

Corto documetal sobre el día a día de los migrantes, su salud mental y física, y un sistema que, más que cuidar, enferema.

Las condiciones de acogida

Foto: Ignacio Marín

Más de 2000 personas migrantes han permanecido bloqueadas en Melilla en los últimos meses en unas precarias condiciones sociosanitarias con el consiguiente riesgo para su salud.

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, con una capacidad oficial de 782 personas pero en un constante estado de sobreocupación, llegó a albergar a 1700 personas -el 217% de su capacidad- en la declaración del estado de alarma, que como tal fueron confinadas. Además, el cierre de fronteras provocó que quedaran atrapadas en Melilla, sin solución habitacional, unas 500 personas migrantes. Ante la necesidad de proceder al confinamiento de estas personas, se habilitaron carpas instaladas en la finca del V Pino -en uso hasta el 1 de junio de 2020- y la Plaza de Toros de Melilla -que ha dejado de funcionar como centro de emergencia a principios de mayo de 2021-. En todos estos recursos las condiciones de acogida afectaron gravemente a la salud de las personas.

El grado de indignidad que se llegó alcanzar en V Pino superó todos los límites de lo humanamente tolerable y generó un riesgo altísimo de salud pública: tres baños y una ducha para más de 200 personas que no eran debidamente limpiadas ni desinfectadas y un sistema de aguas fecales inadecuado, que se filtraban en las carpas donde dormían las personas migrantes. La higiene, el alimento y el descanso, así como la distancia de seguridad en plena pandemia en estas circunstancias en Melilla ha supuesto una grave vulneración del derecho a la salud de estas personas, poniendo en riesgo sus vidas.

Atención sanitaria

Foto: Ignacio Marín

La atención sanitaria en los recursos temporales de acogida habilitados en Melilla ha sido claramente insuficiente y ha puesto en riesgo la salud de las personas. Enfermamos a las personas, después no las curamos. La atención sanitaria prestada en recursos como V Pino y la Plaza de Toros ha quedado limitado a los primeros auxilios, remitiendo el resto de problemáticas a unas urgencias ya de por sí colapsadas. Esta saturación crónica de los servicios sanitarios melillenses, que ha sido señalada reiteradamente por Médicos del Mundo, dificulta notablemente la derivación a atención especializada y a una atención de calidad, vulnerando el derecho a la salud de las personas.

¿Pero y si cuando tienes acceso a una atención sanitaria no eres capaz de entenderlo? Otra vulneración más. En la investigación, se ha observado una acuciante desinformación de las personas migrantes respecto a su salud y las pruebas que se les realizan. En este sentido, si bien el CETI cuenta con un equipo de intérpretes, las personas migrantes carecen de acceso a su información médica -únicamente se les hace entrega de su historial en el momento de su traslado a la Península y este figura en español, sin que reciban una explicación adecuada sobre el contenido del mismo-. Esta ausencia de información ha sido aún más extrema en los dispositivos de emergencia por la falta total de traductores. Se podría hacer peor con la salud de las personas que acogemos, pero es difícil, es difícil hacerlo peor.

La salud de los menores en Melilla, doblemente vulnerada

Foto: Ignacio Marín

¿Y qué hay de los más pequeños en Melilla? La ciudad autónoma, frontera sur de España y Europa, cuenta con un importante número de menores no acompañados desde hace muchos años. Crisis nada nuevas, sufrimiento evitable. La ciudad no cuenta con unas instalaciones adecuadas para acoger a todos e impera la sobreocupación de los centros. En el momento de la declaración del estado de alarma por la covid-19, el centro de la Purísima, cuya capacidad máxima es de 350 plazas, contaba con 990 menores en su interior -el 283% de ocupación-. Todos ellos fueron confinados en unas condiciones inaceptables, con un evidente riesgo para su salud física y mental. Aunque en abril se habilitó un recurso adicional en el Fuerte de Rostrogordo, donde se trasladaron algo menos de 200 chicos hasta el cierre del mismo en marzo de 2021, la situación de hacinamiento no ha evitado algún brote y consecuente aislamiento de menores bajo estas condiciones.

Tras esta investigación, Frontera S, Médicos del Mundo cree que se tiene que abordar de forma prioritaria la saturación del centro de menores y garantizar unas condiciones de acogida dignas que no pongan en riesgo la salud de estos niños y adolescentes. Además, es imperativo abordar el grave problema de salud mental entre los menores, generado por la angustia vital que les supone la posibilidad de alcanzar la mayoría de edad en una situación administrativa irregular que, junto a la inactividad y falta de expectativas, han contribuido a agudizar situaciones de depresión, vinculadas en muchos casos al consumo de sustancias tóxicas.

Consulta el informe completo

Descarga el informe Frontera S para conocer todos los detalles de cómo el sistema de acogida en Europa está afectando a la salud de los migrantes.